DANIEL LOZANO
Actualizado
Los balazos del sicario colombiano Johan Castillo no sólo acabaron hace justo un año con la vida del candidato presidencial Fernando Villavicencio, el reputado periodista de investigación que había logrado desentrañar la red de corruptelas de la revolución ciudadana presidida por Rafael Correa. También desgarraron parte del alma de un país que, casi sin darse cuenta, había pasado de ser uno de los más tranquilos de Suramérica a convertirse en la nueva víctima del narcotráfico y del crimen organizado.
Si alguien está dando la batalla para conocer quién está detrás de la muerte de su marido esa es Verónica Sarauz. La periodista detalla a EL MUNDO el resultado de juicios e investigaciones, que todavía parecen muy lejos de despejar todas las sombras de un atentado que cambió el momento político del país andino.
Hasta el momento los jueces han condenado a 34 años de cárcel a Carlos Angulo, el Invisible, y a Laura Castillo, la Flaca, cabecillas una facción de la banda narcotraficante de Los Lobos, una de las más poderosas del país y aliada del Cartel mexicano de Jalisco Nueva Generación. Ambos coordinaron la logística de los siete sicarios colombianos autores materiales del asesinato. Los gatilleros, como se les llama en Ecuador, murieron estrangulados posteriormente en la cárcel.
Pregunta.- Ha pasado un año desde el asesinato de su marido y ya hay varios condenados por el magnicidio. ¿Habrá justicia finalmente?
Respuesta.-Si bien es cierto que ya ha pasado un año desde que asesinaron a Fernando y hay cinco sentenciados, esto nos ha dejado con más dudas que certezas. No se realizaron diligencias importantes, como la reconstrucción de los hechos o la triangulación de las armas que se utilizaron en el magnicidio. Y, sobre todo, el testimonio anticipado del testigo protegido no sirvió ni brindó nombres ni elementos que contribuyan a la investigación para dar con los autores intelectuales.
P.- El primer juicio ha señalado a la banda de Los Lobos. Algunos de sus líderes contrataron a los sicarios colombianos y les proporcionaron logística. ¿Por qué querían callar la voz de Villavicencio?
R.- Los sicarios colombianos ya operaban en el país y eran un ala del grupo de delincuencia organizada Los Lobos. Luego fueron asesinados dentro de las cárceles del país y bajo la custodia del Estado. Estás personas callaron la voz más crítica que tenía el país, pero su interés radicaba exclusivamente en el pago a su trabajo. El verdadero interés está en quienes los contrataron para realizar el trabajo, los negocios de gente vinculada a la política es lo que nos deberíamos estar preguntándonos. Ni siquiera los teléfonos de los sicarios muertos fueron explotados y su contenido fue desvelado en el expediente.
P.- Por cierto, a los pistoleros los estrangularon en la cárcel cuando ya negociaban con el FBI. ¿Han avanzado los federales en su investigación?
R.- El asesinato de los sicarios se dio después de que hablaron con el FBI y llegaran a un acuerdo para ser trasladados a otro lugar, pero alguien filtró la información y fueron asesinados. El general Freddy Sarzosa (director entonces de la Inteligencia policial) estuvo liderando la operación para sacar a los sicarios de la cárcel y no pudo entrar al pabellón donde estaban porque el director de la cárcel no estaba y el subrogante no firmaba la autorización. Y así pasaron 18 horas y asesinaron a los sicarios en otro pabellón. Alguien los movió del lugar para asesinarlos.
P.- La comisión en el Parlamento pareciera apostar porque el crimen es obra de la delincuencia común. ¿Se ha investigado de verdad en la Asamblea o han mandado los intereses políticos?
R.- Hubo dos informes: uno de mayoría donde se establece que el asesinato de mi esposo se debe a la ola delincuencial del país que el gobierno anterior no pudo contener. El informe de minoría, por su lado, establece que el asesinato se produce por la trayectoria de investigaciones anticorrupción que llevaba a cargo Fernando durante muchos años. Sin embargo hasta hoy no se debate en la Asamblea ninguno de los informes
P.- ¿Persiste hoy esa alianza que usted denunció entre narcos y políticos?
R.- Nunca ha dejado de existir esa alianza y lo vemos durante este primer año de su asesinato: siguen las muertes violentas por las disputas de los territorios por el narcotráfico y las bandas delictivas no estarían así de fuertes sin el poder político que les brinda estas alianzas.
P.- En pocos meses Ecuador estará inmerso de nuevo en una campaña presidencial y parlamentaria, en la que los antiguos aliados políticos de Villavicencio se han diseminado en distintos grupos. ¿Piensa apoyar a alguno de ellos? ¿Quién cree que defiende los mismos valores que su marido?
R.- De hecho ya veo con preocupación cómo se quieren aprovechar de la imagen de mi esposo para réditos políticos. No hay ninguna persona a la fecha de hoy que pueda hacer lo que Fernando hizo por este país, ninguna.
P.- Por cierto, a la diputada Ana Galarza, de Construye (fuerza que apoyó a Villavicencio) también la expulsaron a patadas de Venezuela para que no observara el día de las elecciones.
R.- A la asambleísta no le permitieron ir de veedora de las elecciones. Lo que ocurre en Venezuela es una afrenta a la voluntad del pueblo, que ya le dijo no a Maduro y ha pesar de ello insiste en mantenerse por la fuerza en el poder.
P.- ¿Cómo valora este año de Daniel Noboa al frente del país?
R.- El presidente nos queda debiendo mucho no solo porque ha demostrado torpeza para gobernar, sino porque no tiene un plan contundente para combatir al narco, simplemente toma medidas reactivas que no cambian en nada la ola delictiva que está azotando cada vez más fuerte al país. La economía también está en recesión, cada día todo se pone más caro.
P.- Sin las investigaciones periodísticas de su marido seguramente ni Correa ni su vicepresidente Jorge Glas hubieran sido condenados. ¿Hubiera apoyado Fernando el asalto a la embajada de México en Quito para evitar la huida de Glas?
R.- Pienso que Fernando lo hubiera hecho de manera distinta, no con el asalto a la embajada. Pero era la forma como Noboa pensó que debía hacerse y lo hizo a pesar que esa decisión nos ha costado mucho en el plano internacional. Además, si permitía que México sacara a Glas, Noboa hubiera perdido la consulta popular.